Me animo a decir
- Por Giuliana Martino
- 1 dic 2015
- 3 Min. de lectura

¿Uno contesta lo que quiere contestar o lo que está acostumbrado a contestar?
El otro día me preguntaron cómo estaba y sin dudar, como algo totalmente normal, dije bien; al igual que todos los días de mi vida, en los que siempre hay alguien que me hace la misma pregunta y escucha la misma respuesta. Es algo rutinario, una simple palabra que me sale de la boca involuntariamente, sin esfuerzos.
Pero luego de esa última vez que me hicieron la pregunta, comencé a pensar que tal vez mi respuesta no era realmente sincera, que en realidad no era lo que yo quería decir, era lo que todos querían escuchar y lo que más fácil era de sobrellevar.
¿Y si me cambian la pregunta?, ¿Si me preguntan cómo me siento?, ¿Qué respondo?, ¿Simplemente un bien?, ¿Le digo lo que quiere escuchar o lo que realmente ciento?, Estoy diciendo la verdad?, ¿Qué es sentirse bien?, ¿Me siento bien?
No, no me siento bien. No tengo ganas de contestar una vez más lo mismo que todos los días. No quiero decir que está todo bien, que no me pasa nada. Mi mente está saturada, mi cuerpo fatigado, mi humor se está quedando sin batería, mi paciencia es cada vez menos, mi carácter me sorprende día a día y me estoy volviendo una persona que vive en la cotidianeidad, alguien transformado en rutina. Eso tengo ganas de contestar pero decido, sin saber la razón, seguir diciendo esa simple palabra de cuatro letras.
Preguntar y responder si estamos bien se volvió algo muy superficial, algo totalmente diario, algo sin demasiada importancia, un conjunto más de palabras dentro de nuestras vidas. Pero preguntar si nos sentimos bien, es algo mucho más profundo y significativo, que muy pocas personas lo hacen y muy pocas personas lo responden desde el centro de su corazón.
¿Te levantaste alguna vez con ganas de decirle todo lo que sentís al primero que te hable? Yo si y nunca lo había experimentado ¿No te parece cansador que las personas se hablen por medio de un libreto del cuál no saben su existencia?¿No te parece perturbador que la misma persona que pensás que le interesa lo que vayas a contestar, en realidad lo hace por instinto, por costumbre?¿No dan ganas de decir, basta?
Y llegó un punto en el que explotas, en el que decís, ya aguanté demasiado, quiero decir cómo me siento. Quiero y necesito decir lo que pasa dentro de mí. Si, necesitas sacar eso que está en vos, ahí bien profundo, eso que realmente sos; y una vez que lo logras volves a ser el que eras realmente.
Como Nahuel, mi primo. Un día como cualquier otro se despertó, fue al baño, se lavó la cara, se miró al espejo, al igual que todas las mañanas, entró a su dormitorio, buscó la ropa, se vistió, caminó hacia la cocina, se sentó en la segunda silla de la mesa y su mamá le preguntó ¿Cómo te sentís hoy Nahu?. En ese momento mil y una sensaciones recorrían el cuerpo, el alma y la mente de ese adolescente; hasta que tragó el sorbo de chocolatada que tenía en la boca, miró a su mama y le preguntó si quería escuchar cómo se sentía desde su corazón o simplemente la respuestas de todas las mañanas, esa respuesta tan superficial y vacía. La expuesta que la dejaba tranquila, pero la misma que la hacía víctima de varias mentiras, de varias palabras no dichas, de sentimientos guardados. Su mama lo miraba sorprendida y Nahuel seguía diciendo todo lo que sentía y lo que le pasaba, como se sentía esa mañana y como se sintió muchas otras.
Por eso, cuando digas "Me levanté con ganas de aprender cosas nuevas, con ganas de conocer gente nueva, de probar nuevas experiencias, de degustar comidas que nunca había probado, me levanté con ganas de recorrer el día y de disfrutar cada preciso momento como si fuera el último, me levanté con ganas de hacer lo que me gusta, de despejarme haciendo eso que hago tan bien, con ganas de salir afuera y gritar, me levanté con ganas de aprovechar cada situación, cada acontecimiento, cada hecho, cada oportunidad, cada abrazo, cada beso, cada caricia, cada mimo, me levante con ganas de vivir". Entonces, podes decir que te sentís verdaderamente bien y que tenes la maravillosa posibilidad de contárselo al que desees.
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