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Infinito

  • Por Agustina Damiani
  • 3 dic 2015
  • 17 Min. de lectura

Y le aviso, usted, no espere que sea una historia con final feliz. No espere ni crea los felices por siempre.

Tampoco en el juntos por la eternidad.

Porque la vida se trata de ciclos, los ciclos comienzan, nos hacen felices, pero como todo ciclo, termina.

Quizás se trate de que vuelva a empezar, quizás volvamos a ser felices, quizás no siempre se trate de sufrir.



-No me voy a poner este vestido, es gótico Malena.

-Victoria ¡mira como te queda eso! Sos una diosa, basta. Nos vamos en cinco minutos.

Llegaron a Frankfurt 2453, la dirección de la fiesta de fraternidad que se ejecutaba en el campus esa noche. Había jóvenes ebrios, estaban jugando al futbol americano. Tomaban cerveza y se besaban como si el mundo acabara mañana, no hubiera obligaciones que cumplir y la resaca solo fuera una palabra.

El entrar, ella hizo un paneo general, en el que nadie ni nada le llamo la atención. Había algunos jugando juegos. Otros tomando, otros fumando, otros besándose, la música altísima, que retumbaba los oídos de los vecinos. Hasta que se percato de un pequeño grupo de jóvenes, de la misma edad que ella o a lo sumo un año más grande, y poso su vista. En ese momento, su amiga, la cual pertenecía a ese grupo pego un alarido de emoción y comenzó a tirarla para ir hacia ellos. Y ahí fue, en ese momento, cuando lo vio, lo vio y supo que nada en su vida volvería a ser igual. Que esa sonrisa perfectamente cepillada, ésos hoyuelos, ésa camisa al cuerpo, su metro noventa y la longitud de su espalda, y esa actitud de ser el centro de atención por naturaleza iban a gustarle más y más, aún más de lo que en ese momento lo estaban haciendo. Le agarro la mano fuerte a su amiga, para que las dos miren al mismo lado, en lo que, como yo le llamo “complicidad amistosa”. Se imagino los hijos, imaginó la casa, imaginó como seria envejecer juntos y hasta como lo abrazaría para dormir en las noches de frio.

Hasta que una joven agarro su cintura y lo beso. Y todo cayó por la borda. Era ella, era Pia, la arpía. Una de las chicas mas vintage del lugar, una de las más llamativas de su universidad, de las que se sacan fotos en estudios, y aman la naturaleza, esas que con su sonrisa podrían parar hasta una guerra; en la que en su última noche allí, ya que sus padres se trasladaban a otro estado, estaba divirtiéndose con amigos y su novio. Por la confianza de esos besos, seguramente era su novio.

Victoria, sola e incrédulamente, mientras Malena saludaba a ese grupo de pequeños tomadores, a los que ella les sonrió muy al pasar, que al parecer eran sus amigos; fue a la cocina sin pensar que el destino baraja las cartas, que Lucas, el chico al que había mirado con esos ojos de amor se había quedado admirado por ella y que si tiene que ser será; comenzó a beber. A beber como nunca lo había hecho antes, una bebida de cereza, dulce, que le quemaba el esófago cada vez que le daba un trago. Ella bebía y bebía, veía pasar a la gente que le sonreía y tomaba sola sentada, hasta quedar muy ebria y tener que buscar un baño. Necesitar uno. Ahí fue cuando sintió ese gusto asqueroso mientras se apoyaba en el inodoro y levantaba su tapa. Estaba vomitando. A la media hora de permanecer ahí, con más de una interrupción de parejas momentáneas, para utilizarse en una noche alocada y de placer. Borrachos que entraban a hacer lo mismo que ella, aunque se iban al verla decir “-ocupado-“-se levanto, mojó su cara, ató su pelo con una colita que no era muy ajustada. Se incorporo, enjuagó su boca que llevaba labial rojo corrido y se comió un chicle de fruta. Al salir, estaba en la puerta, que daba al balcón a donde desde arriba, sin que nadie los viera, todo se veía y se percibía. Y era él, era Lucas.

Ella lo saluda y el automáticamente le dijo: -¿Vos eras amiga de Male no? ¿Te sentís bien? ¿Querés que la llame?

A lo que ella casi sin pensarlo le respondió un impulsivo “si”. Y le dijo después “No no perdón, estoy solo un poco aturdida, quiero tomar un poco de aire”.

Lucas se ofreció a acompañarla y ella le dijo que estaba bien si es lo que él quería. Al salir, y más en ese estado, le agarro mucho frio, y el al notarlo le dio su campera de cuero. Hablaron de temas sin importancia de los cuales a la mañana no recordarían nada más, ni ella ebria, ni el sobrio. Victoria le contaba de lo que quería estudiar, le contaba de su familia, de sus amigos, a lo que él solo se reía y la miraba con los ojos brillantes.

En ese momento ella se percato de algo, de que algo estaba por pasar, fue una pausa que duro lo que dura una eternidad, aunque solo duro unos pocos segundos. Ella supo que no era solo un silencio incómodo, supo que no había que sacar tema de conversación, supo que solo debía dejarlo ser.

-No hables más. - Le dijo él, besándola, como nunca nadie la había besado en su vida.

Ella derritiéndose del amor, y cortando el beso perfecto con su mano entremedio, como lo haría una gran aguafiestas le respondió – Tenes novia- Y recordando que no sabía su nombre le dijo- No me acuerdo tu nombre-

- No es que no lo recuerdes, es que nunca te lo dije. Lucas, por cierto. Pía se va para siempre. Ella fue mi gran amor desde que fuimos mejores amigos, ya no puede ser nada mas en mi vida, no puede estar más conmigo acompañándome en todo como siempre lo hizo, no quiero necesitarla se que muchas veces no hay como ella. Porque la realidad es que nosotros estamos peleados hace meses, sólo que estas últimas semanas nos estuvimos viendo mas porque ella se va y no quería despedirme así. Pero con verte nomas quise saber cómo sabían tus labios, me pareciste tan fresca, tan parecida a lo que a mí me gusta. No te quería incomodar ¿sabes? Aparte, ella ya no es más mi novia, ¿Cuál es el problema?

Victoria, atónita y sin saber que responder, solo le dio un beso más y le dedicó una sonrisa sincera.

-Yo sé que me miraste cuando entraste, vos solo no te diste cuenta que yo hice lo mismo.

-Yo… Yo no te mire.

-No me mientas.- Le dijo él entre sonrisas.

-No entiendo. Si ya sabes que me gustaste, para que haces esto sabiendo que tenes novia. Y porque me contas de ella, si recién te conozco.

-Yo ni hice nada que vos no quisieras.- En un tono arrogante y quizás más serio de lo que debería. –Solo quería que lo sepas, con verte me dio un poco de confianza.- Continuo él, suavizando su tono un poco.

Paso un rato mas, entre besos, risas, y algunas anécdotas un poco graciosas cuando Victoria sintió un profundo sueño y se quiso ir a dormir.

-Es la cuarta vez que bostezas, ¿Te estoy aburriendo mucho o solo temes sueño?

-¿Me estas aburriendo obvio, o no te das cuenta como te miro?- Le dijo ella sonriéndole en un tono súper irónico.

-Te llevo a tu departamento, no queda tan lejos, yo sé donde vive Male, ya fuimos algunas veces ahí.

Como Victoria jamás fue de esas chicas fáciles que iban a hacer todo en la primera noche, se contuvo y le dijo que no, que le agradecía la noche que había pasado con él, ya que ella era muy tímida y no hubiera sociabilizado nunca de esa forma si no era por él.

Ella se levanto de las sillas en las que estaban, le dio un beso en la mejilla y se fue adentro, buscó sus cosas y recordó que había dejado su teléfono arriba de la mesa con Lucas. Al volver ya no estaba, ninguno de los dos. Sabía que volvería a verlo muy pronto, así que sólo busco a Malena y fueron a su departamento.

Camino a casa, le conto cada detalle a Malena, a lo que ella respondía con palabras groseras y graciosas, avisándole que Lucas fue así con todas, pero todas las chicas con las que estuvo, eso a Victoria le genero el triple de ganas de seguir conociendo y mostrarle a todos que se equivocaban acerca de este muchacho que olía tan bien esa noche. Su amiga, antes de desmaquillarse y dormir, le advirtió:

-Que no se pase ni por el mejor de los pensamientos de esa loca cabeza volver a hacer algo con Lucas que no sea de amigos. Ese chico no es para estar de novios. Ese chico no es para vos. Te va a sacar toda tu frialdad, te va a vulnerar y va romper tu corazón, en muchos pedacitos- Mientras rompía una hoja de papel y esparcía sus pedazos en la cara de Victoria.

-No seas tan exagerada haceme el favor, recién lo conozco, aparte las personas cuando necesitan cambiar lo hacen.

-Victoria no te enamores de ese Lucas, no conozcas más a Lucas.- En una posición sumamente de cuidadora.

A lo que Victoria mentalmente respondió:”Ya es muy tarde”.

Al levantarse a la mañana, con una gran resaca, el teléfono de su amiga, tenía llamadas perdidas del de Victoria, o mejor dicho, de Lucas, y mensajes, muchos de ellos, pidiendo hacer algo ese sábado en la noche.

-Fiesta en casa esta noche. Victoria si queras recuperar tu celular, ya sabes que hacer.-

Ellas se levantaron, fueron al shopping, y se compraron de la ropa más linda que había en cada tienda, ya que tenían mucho dinero porque sus padres les pagaban el departamento y la comida. Compraron zapatos, vestidos, polleras y camisas. Llegaron a su casa después de una cena en la casa de comidas “Berger King”, se bañaron, se perfumaron y produjeron como si fueran a desfilar. Al llegar en auto de Malena, ella entro como si fuera a su casa, ya que con Lucas eran amigos desde hace mucho tiempo. En cambio, Victoria, muerta de vergüenza no sabía cómo disimular sus enrojecidos cachetes. Al entrar saludo a todos uno por uno, para perder un poco de tiempo hasta encontrar al anfitrión de la noche, que por lo cierto, no tardo mucho en llegar.

Y entonces lo vio a él, con una remera al cuerpo y unos pantalones azules, unos borregos mal cerrados de cuero y su cabello perfectamente erizado. El recibir un golpe de Malena para bajarla de Babel, observó a su alrededor y estaba Pía a su lado, llena de valijas, y una bocina que tocaba sin parar. Se estaba yendo para siempre. La vida no podía ser más simétrica. Todos los del lugar le dieron un gran abrazo y la ayudaron a subir su equipaje al auto de sus padres. Se despidió de Lucas con un beso en el cachete, y le dijo:

-No es un adiós, es solo un hasta luego.

Al ver este suceso ella sintió un gran alivio, cómo si se sacara una gran mochila de arriba y no fuera a cargarla nunca más.

Esa noche, transcurrió como se esperaba, entre beso y beso comenzó a gustarle Lucas, comenzó a querer saber más de él y tratar de que se enamore de ella, aunque sea solo un poco, aunque sea solo para probar.

Comenzaron a salir con sus amigos siempre juntos. Lucas no tenía vergüenza de agarrarle la mano al caminar. Ella sentía en su corazón una descarga eléctrica cada vez que él lo hacía. Después ya salían solos, iban a comer, iban a carreras de autos, a desfiles de moda y hasta hacían días de campo. Todos los fines de semana estaban juntos, después hasta los días de semana. Hasta iban al cine después de clases. Ella una estudiante de psicología, él un gran ingeniero en proceso.

Al pasar los meses, decidieron presentar a sus familias. Lucas fue hijo único desde siempre, hasta que sus padres se divorciaron producto de una infidelidad descubierta de su padre a su madre, en la que la amante quedo embarazada. Victoria siempre fue muy compasiva con ese tema, y muy respetuosa, no decía nada que no correspondiera y siempre se reía de los chistes de su novio. También llego el momento de conocer a la familia de Victoria; una familia tipo, de gente adinerada y muy linda física y emocionalmente. Todos rubios y de ojos celestes al igual que Victoria, con la sonrisa amplia en la que se ven todos los dientes, y completamente felices porque su hija haya traído al hombre que estaba haciéndola feliz después de nunca haber tenido novio en su vida.

Después de pasar ese fin de semana de enriados familiares, risas, un poco de timidez e incomodidad que después iba a irse, Lucas la llevo a su casa y estaciono en el campus.

A ella, le pareció lo más raro del mundo que el hiciera eso, ya que siempre la dejaba con el auto andando y le daba un beso antes de verlo irse. Lo miro y le dijo. -¿Todo bien Luqui?- Así es como ella le decía.

-Mira Vic, yo se que por ahí es un poco apresurado, y que por ahí después me arrepienta, pero la verdad es que en este momento soy muy feliz con vos, y siento que somos iguales en muchos sentidos. Y tengo que decírtelo: estoy perdidamente enamorado de vos, no tengo nada en contra de estar juntos todo el tiempo que me quede por vivir y seria de gran agrado para mí que vos estés junto a mi siempre- Victoria con lagrimas de emoción en los ojos lo abrazo y le dio un beso, que el que lo haya visto de afuera hubiera sentido envidia. Él, le regalo una pulsera que decía L&V infinito, y es como ellos se decían, “te amo infinito”, “te extraño infinito”.

Fue la demostración de amor mas grade que le hicieron en su vida, ella no podía creerlo, no podía saber cómo este muchacho aceleraba su pulso con solo un mensaje, cómo hacia para enamorarla de esa manera, y tenerla así siempre. Esa sensación de cosquilleo que solo algunos afortunados han sido capaces de padecer.

Pasaron dos meses más y llego el verano. Victoria como de costumbre desde que tenía memoria le tocaban vacaciones con sus papás en la primera quincena de enero. Ella, habló con Lucas por si quería ir, ya que a su familia le encantaba él y lo querían mucho ya. El, para no estorbar, decidió decirle que no, y dejarla ir con su familia.

Llego la semana, Victoria esa noche durmió con el, y a la mañana siguiente la llevo al aeropuerto donde se encontró con su familia. Los saludo a todos, les deseo buen viaje, y dejo lo mejor para lo último, le dio un gran beso a Victoria, y un abrazo de mucho amor. –Cuidate mucho por favor, te amo con locura”- Le susurró al oído.

Ella se metió al pasillo de aduanas y a los pocos segundos dejo de verla. Sintió un vacio y ya estaba comenzando a extrañarla. Cuando sintió un perfume muy peculiar. Muy conocido que solo había una persona que se lo hacía traer de Paris cada mes, de la mejor perfumería que allá había. Y sintió esa voz que le erizo los cabellos de la nuca, y ese aliento a menta fresca infaltable.

-¿Quién diría que me cambiarias tan fácil por una chirusa así nomas?

Al darse vuelta era ella, con la que soñó más de una noche, en una misma pesadilla. Con la que soñó que jamás volvería. Y lo único que se repitió eran los besos que la vio darse, estando de novios, con su compañero de cuarto, Nicolás.

Se dio vuelta y era Pia, la saludo con un abrazo muy flojo y un beso en el cachete por pura obligación. Ella le pidió si la podía llevar al campus, ya que era muy lejos y un taxi iba a costarle caro. El, por compasión acepto. El viaje fue muy tranquilo, algo incomodo y un poco de recuerdos que llevo también consigo mismo. Había momentos en los que sacaban temas entre los cuales ella justo le conto que iba quedarse dos semanas allí, justo las dos que Victoria se iba, parecía un chiste; y otros en los que la cordialidad no era lo que primaba y directamente no hablaban. La dejo en la casa de Ana, una de las chicas del grupo, y se fue su casa.

Al llegar se bañó y se acostó, cayó en un profundo sueño y se despertó a las once de la noche de ese mismo día. Apenas se percato de todo el tiempo que había pasado, le mando un mensaje a Victoria para ver si había llegado. A lo que ella le contesto:”Llegamos bien, no sabes lo que es esto. El próximo año venís sin pensarlo, te amo mucho.”

La primera semana paso sin interrupciones de nadie y con muchos mensajes de enamorados de Victoria y Lucas.

Faltando solo cuatro días para que su enamorada vuelva, Lucas entrenaba por el campus cuando le llego un mensaje de Defe que decía que se juntaban a comer un asado y que todos estaban invitados. Lucas no se percato de que Pía estaba en la ciudad. Termino su corrida diaria, se baño y fue al departamento. Al llegar los saludo a todos y ahí fue cuando se dio cuenta, que la persona que más le había roto el corazón estaba al final del pasillo saludándolo a los gritos. El se quiso ir más de una vez, pero sus amigos le dijeron que no pasaba nada y que no iban a dejarlo solo con Pía. Y así fue. Al terminar la noche Pía estaba muy ebria, llamando a sus padres y gritando, Lucas al ver esto le saco el teléfono y se lo puso al oído, era Gabriela, su mama, con la que de hecho tenía una excelente relación. Le pidió que por favor la lleve a donde estaba parando. Lucas sin mucha opción, la cargo en el auto como a un bebe y la llevo. Al llegar freno y ella ya estaba un poco mejor. La miro y le dijo: -Porque decidiste que las cosas sean así Pia, dejame ser feliz, yo jamás te hice daño ni te lo haría.-

-Yo se que estas enamorado de mi todavía. Y que jamás la vas a amar tanto como a mí, que nadie te va a hacer sentir tanto odio al verme con otro, jamás su piel va a ser como la mía, y menos mis besos, tampoco las noches en las que tengas miedo de perderla y ella te diga que eso no va a pasar, admitilo Lucas, ése es tu puto miedo.

Lucas enardecido y completamente impulsado por lo que acababa de escuchar le pego una cachetada. El jamás le había pegado a una mujer, en su vida había tocado a nadie, ni siquiera había pasado por una pelea callejera. Y no supo que más hacer ni que decir, ella se bajo del auto mirándolo con una mirada de horror y agarrando con su palma derecha el cachete raspado por el reciente impacto.

En toda esa noche, Lucas no logro dormir ni un solo minuto. Pensaba en las inseguridades, pensaba en el amor a Victoria, tenía miedo de si mismo, de que algún día le pase con Victoria. Panico, pavor de perderla para siempre si se enteraba de lo que el acababa de hacer.

A la mañana siguiente escribió: “Perdón por lo de anoche, no supe controlar mis impulsos, vos me conoces y sabes que no soy capaz de eso. Quisiera tomar un café para pedirte perdón. Yo pago. ¿Está bien?”

Pía le contesto que si, y que se juntaban en la plaza de siempre a las seis de la tarde.

Ese día transcurrió normal, habló con Victoria, ella le conto de su viaje, y el de su noche, obviando por completo el hecho de que Pía había estado ebria, que la había llevado a su casa, y que básicamente, Pía estaba en la ciudad, e iba a juntarse con ella en la tarde.

Victoria, para darle una sorpresa había activado antes de irse un GPS en su teléfono para poder volver antes y sorprenderlo.

Llego al campus esa misma tarde. Victoria, Lucas y Pia, algo no estaba bien acá. Ella llego, le conto de su viaje a Malena, su amiga, y a las 6 de la tarde se tomo un bus a la plaza en la que Lucas estaba, con Pía.

Ellos hablaron de todo lo que en algún momento les hizo mal, se pidieron disculpas, y decidieron quedar como amigos, después de todo lo que había pasado. Estaba todo más que bien, cuando Pía comienza a agarrarle la mano y susurrarle:- Yo te extrañe muchísimo todos estos meses, extrañe tus labios, tus caricias y tus buenas noches antes de irme a dormir. También extrañe las otras buenas noches- Mientras le dio un beso en el cuello.

Lucas, completamente débil, se dejo llevar por los recuerdos y no fue capaz de contenerse. Era solo un beso. Era solo para sacar su bronca contenida. Era solo antes de que se fuera y no sentir más esa ambigüedad entre las dos. Esa dicotomía que no paraba desde que Pía había pisado el aeropuerto. El sabía que no significaría nada. El no sabía muy bien porque lo hacía.

Victoria muy sonriente, bajó del bus y comenzó a tratar de ver a donde estaba su gran amor, el que le había devuelto la sonrisa infantil después de mucho tiempo siendo madura.

Y ahí fue cuando lo vio con ella, justo al frente de sus ojos, el amor de su perfecta vida, y empezó una sensación de ardor en su pecho, de ardor, el más grande de todos, un ardor que no se comparaba ni con el whiskey mas barato de todo el mundo. Un ardor de dolor, el peor ardor. El dolor de la decepción y el desamor. Salía de sus rojas mejillas, acaloradas de tanto correr para llegar a él y que no se fuera de ese lugar, llenas de sonrojo por verlo, sonrojo que se acabo en ese preciso instante. Donde ella creyó que estaría solo o con sus amigos, ya que nunca le había dado motivos para desconfiar. Ella era muy segura de él. Y ahí estaba el, besándola como ella nunca se imagino que la besaría a ella misma, como jamás en su vida pensó que el volvería a besar a nadie que no fuera ella misma.

Corrió hacia él, sin mirar a nada más hacia su alrededor, sólo ese beso tan apasionado, con tanta tensión, esos besos que al verse de afuera irradian pasión y no amor; y sin ver si alguien a su alrededor se percataba de esta situación. En el momento que decide pararse frente a ellos dos, las lagrimas de sus ojos comienzan a caer, como si fuera agua de lluvia que cae del cielo, como si nada lo pudiera parar, como si no hubiera pena en este mundo que igualara ese dolor, ése dolor tan grande que causa el amor. El amor, cabe tanto adentro, y como duele cuando uno se queda afuera.

En ese momento, el al verla, se levanta del lugar en el que estaba, completamente confundido, completamente inseguro de sí mismo. Se paro en el lugar, y le toco tomar la decisión más difícil de toda su vida, la decisión que jamás pensó que debía de tomar. Que esos dos caminos jamás se cruzarían, porque no sería necesario, después de tanto tiempo, después de tantas alegrías con Victoria, tener que volver a pensar en Pía. Y cuando mas pensó que iba a quedarse, que iba a quedarse para que todos esos fantasmas que lo atormentaron por tanto tiempo, todo lo que extrañó a la joven que estaba a su lado y ahora tenerla solo para él, solo para el toda su vida si el así lo quería, Pía si hubiera vuelto con él. Agarro su mano, y le susurró al oído: “Los que verdaderamente nos aman, nunca, por nada nos dejan”.

Y comenzó a correr tras Victoria, a correr lo más rápido que pudo, y en un momento, no la encontraba más, hasta sentía su perfume a rosas, pero no lograba verla, miraba a sus lados y no encontraba esos ojos, los mismos que lo ayudaron a salir adelante miles de veces, los mismos que lo hicieron divertirse todas las noches de esos meses. No encontraba esa sonrisa que lo guiaba en los días largos, en esos días que no se acababan mas, no encontraba esa voz que un día le dijo que jamás iba a dejarlo solo, que siempre iba a estar con él, pase lo que pase. Y en ese momento fue cuando la vio, en la vereda del frente, sentada en el medio de la vereda, llorando como jamás vio llorar a nadie en su vida, desarmada y vulnerable como jamás había visto a Victoria nunca, a la gran Victoria, a su eterna reina Victoria, a la que él aprendió a querer como a nadie en este mundo. Y corrió hacia ella como nunca antes lo había hecho, sin mirar atrás, y sin tampoco mirar a los costados y darse cuenta que un camión estaba pasando justo por allí.

En ese momento, el momento del impacto, todo pasa en cámara lenta, el grito, la mirada de ella, la bocina, el choque, su caída al asfalto, la expresión de Victoria corriendo hacia él. Todo puede armarse en dos segundos, pero puede desarmarse en tan solo uno.

-¿Lucas? Lucas ¿me escuchas? ¡Un medico, un medico por favor!

Pía ya se había ido, solo tiro su bomba lacrimógena interna, y se fugo del lugar, sin que nadie le importase.

-¿A dónde estoy?

Victoria a donde estoy.

-Yo sabía, yo sabía que los daños podían ser reversibles, sabía que no ibas a perder la memoria después de todo lo que paso.- Le dijo ella con lágrimas en los ojos y una sonrisa en su cara.

-Perdoname, no sé quien sos. No te conozco. Solo se tu nombre porque lo temes escrito en ese cartel- Señalando el pase directo de visitas al hospital. –Me duele mucho la cabeza, por favor decime que me paso. -

Con un sentimiento de angustia y tristeza que no se comparaba. Haber estado esperando durante más de dos meses, a que el despierte, a que el pueda recordar la situación y pedirle perdón. Que tengan tiempo para hablar de lo que paso. Haber estado dos meses yendo todos los días media hora a su casa, para bañarse, cambiarse, y volver al hospital, para que el simplemente, no recuerde nada.

En ese momento, Victoria sale disparada de la sala por su propio cuerpo. Corriendo de desesperación, sin mirar atrás, como lo hacen los amores eternos, como lo produce la pasión, como lo produce el desamor. Si uno metafóricamente lo piensa, es igual, sólo que diferente.

-¿Debería perdonarlo y volver a empezar? Si tan solo pudiera- Se dijo a sí misma.

Volvió a su habitación, con dolor en los ojos y en el corazón, sin aun saber qué hacer. El ya se había dormido. Y le susurro al oído:

-Los que nos aman Lucas, los que nos aman nunca nos dejan.-


 
 
 

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